| Overview : En el año 2015, durante la Vigesimoprimera Conferencia de las Partes (COP21), los países miembros de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) suscribieron el Acuerdo de París que, mediante las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC, por sus siglas en inglés), presenta como meta “limitar el incremento de la temperatura media global por debajo de los 2°C, y de ser posible de los 1,5°C al año 2100, en relación a los niveles pre-industriales” (Decisión 1/CP.21). Esta meta obedece a que, los elevados incrementos térmicos, debido a mayores emisiones y concentraciones atmosféricas (forzamiento radiativo) de los Gases de Efecto Invernadero (GEI) de origen antropogénico, pueden provocar eventos climáticos extremos, y hasta catastróficos en el planeta. No obstante, se ha referido que el balance global de los compromisos nacionales asumidos resulta insuficiente para limitar el calentamiento global, previsto en hasta 2,4 a 6,4°C para los escenarios de alta emisión de los GEI. Por ello, además de solicitar a los países: formular, monitorear y actualizar quinquenalmente sus NDC con niveles crecientes de ambición, a través del “Marco de Transparencia Reforzado” para las medidas implementadas y el apoyo proporcionado/recibido, se los alienta a elaborar sus Estrategias de Desarrollo Resilientes y Bajas en Emisiones (LEDs por sus siglas en inglés), las cuales son vistas como instrumentos sectoriales y/o nacionales de desarrollo a más largo plazo (generalmente con una proyección al año 2050) para el crecimiento económico descarbonizado (y no exponencial de las emisiones), adaptado o resiliente al clima y sostenible, entre otros atributos. En dicho contexto, las LEDs constituyen un enlace o punto de convergencia de las políticas sectoriales/nacionales de desarrollo con las concernientes al cambio climático, permitiendo a los países identificar los desafíos, y a la vez, vislumbrar la prospectiva tecnológica, los arreglos institucionales y el diseño necesario de políticas públicas (ej. gobernanza, incentivos fiscales o financieros, etc.) para implementarlas. Al respecto, es menester de los países definir sus metas de reducción de emisiones en términos de intensidad de carbono, escenarios de mitigación en relación a la no intervención (BAU o Bussines As Usual), reducciones en relación a un año base, per cápita, de presupuestos de carbono o neutralidad climática. Así, de ser posible, se ha exhortado a apuntar a la carbono-neutralidad de las naciones al 2050, puesto que la comunidad científica ha alertado sobre esta premisa para evitar un calentamiento por sobre los 1,5-2°C y las consecuencias sin retorno de este punto de inflexión. |
